En la sociedad en la que vivimos la delgadez triunfa, la delgadez es el éxito, la felicidad y el atractivo. Es difícil controlar las presiones competitivas de llegar a ser delgados y los impulsos naturales de alimentarse, día a día se nos muestra la comida como fuente de placer, de celebración y de felicidad y por otro lado, se idolatra el cuerpo delgado y perfecto.
Desde edades tempranas los mensajes que nos proporciona nuestro entorno sobre los estándares del atractivo físico son internalizados y se transforman en ideales personales que pueden afectar negativamente a la autoestima y a la satisfacción con la propia apariencia física. La importancia concedida al físico y la imagen corporal que uno tenga de sí mismo, estará determinada por las experiencias de cada persona que se ven influenciadas por los medios de comunicación, por comparaciones con amigos y familiares, por actitudes dietéticas en el entorno familiar y por las críticas que se hayan sufrido a lo largo de la vida a causa de la apariencia física.
El sentimiento de que la forma corporal discrepa de los ideales de belleza es una constante en nuestra sociedad, especialmente en las chicas adolescentes que son bombardeadas con el modelo estético de belleza delgado y quieren llegar a parecerse a él para conseguir el éxito y la aceptación de todos los que le rodean.
El deseo irrefrenable de ser delgada y el miedo intenso a engordar, aún teniendo un peso muy bajo, podría convertirse en la terrible anorexia, una enfermedad grave que aparece en adolescentes cada vez más jóvenes. La persona que padece anorexia concede una gran importancia al peso y a la figura y experimenta el deseo irrefrenable de seguir adelgazando. Esta obsesión le lleva a tener un control excesivo de la ingesta de alimentos limitando el consumo de comida y estableciendo normas sobre qué y cuánto se puede comer.
Nos alarma el hecho de que en los últimos años se haya incrementado el número de casos de anorexia en nuestra consulta. Es realmente preocupante que cada vez sean más las adolescentes que se ven atrapadas en ese deseo de ser delgadas, de ser perfectas, de parecerse aquello que la sociedad llama IDEAL.
El primer paso en el tratamiento de la anorexia es la rehabilitación nutricional del paciente para restablecer su peso, ya que una malnutrición puede producir secuelas biológicas y psicológicas irreversibles. Es importante eliminar los hábitos alimentarios inadecuados y aumentar la variedad de alimentos ingeridos, así conseguiremos también mejorar otros síntomas tales como la preocupación y la obsesión por la ingesta de alimentos.
La intervención psicoterapéutica se basa en identificar pensamientos, sentimientos y conductas que influyen en el desarrollo y mantenimiento del trastorno y reemplazarlos por otros patrones de pensamiento y conductas más adaptadas mejorando así otros problemas asociados al desarrollo de la anorexia tales como baja autoestima, perfeccionismo extremo, dificultades en las relaciones sociales…
La implicación de la familia en el tratamiento es fundamental para la evolución del paciente, especialmente en adolescentes. El reconocimiento de los síntomas y la escucha activa por parte de los familiares de los sentimientos y preocupaciones de los pacientes producirá una mejora significativa en el desarrollo de la terapia.
Sin embargo, ¿Cómo intervenimos en la sociedad? ¿Estamos expuestos constantemente a una campaña proanorexia?